Se me refundió el papel

¿Y qué tal si un día te miras al espejo y ya no estás ahí? Y no hablo de que el espejo se haya dañado, o que por algún truco diabólico tu figura se transforme en otro rostro, en otra faz.
¿Qué tal si esa precisa mañana mientras en el terco afán de la rutina diaria, te miras como siempre a la ventana de tus sueños y descubres, que esos verdes ojos necios ya no son los mismos? ¿Qué tal si ese tu suave aliento, se siente frío y distante, y tu sonrisa no sonríe como tu sabes que sonríe, sino que se parte en una mueca sin sentido que te desconoce y se burla de tu asombro?
¿Podrás entonces acaso demostrarle al mundo jarto, que aquel hombre que se mueve distinto en tu ropa, que besa los labios de tu mujer sin mayor trascendencia, que habla con tu voz del apego que le tienes a las cosas que ahora odias, ya no eres tú?
¿O te quedarás atrapado en una maldición palpable, en una carcel sin ventanas ni salidas, en un holograma triste de un universo sin nombre, donde la verdad de tus días ha muerto, donde el amor se olvidó de tí y donde tus letras ya no significan lo mismo para absolutamente nadie?
¿Y qué tal si más bien te dejas de mirar al espejo, te terminas tu café, y sales corriendo a la oficina que ya se te hizo tarde?