sympathy

Así como hay cosas difíciles de decir, claramente hay cosas difíciles de escuchar. Esto es ambas.
Soy el diablo. Y no lo digo en el sentido figurado de que sea una mala persona, o restriegue mi existencia en el césped carmesí de los placeres mundanos de la vida.
En verdad, soy el diablo. El patas, belcebú, satanas, luzbel, el señor de las moscas, la cabra maldita, lucifer.... you name it. I am it.
Y sé que dicha afirmación es tan grande, tan poderosa, tan verrácamente inverosímil y difícil de masticar, que la reacción por excelencia de cualquier persona con algunos gramos de sensatez y unos mililitros de sentido común será gruñir en desprecio y descartar estas letras por algo mejor que leer en su entre tiempo.
Pero sí, soy el diablo. Aquel personaje mítico de las escrituras, el bello ángel caído en su osadía y desterrado en el infinito amor de dios, personificado por al pacino y robert de niro, odiado y temido, venerado (¿¡?), antítesis de todo lo bueno, de lo maravilloso, tormenta al cielo azul y dolor descontrolado a la felicidad austera.
Ese.... soy yo.
Y el porqué les hablo desde esta tribuna en esta voz y con este lenguaje, tiene una sencilla y básica explicación: aburrimiento. Blanco, plano, tenue y controlado aburrimiento. Quizás sea mi castigo infinito por haber osado levantar mi voz al candor divino... jajajaja. O quizás simplemente, mi tiempo es semejante al del viejito en la esquina, quien ve como día a día nacen, viven, ven televisión y mueren, generaciones y generaciones de mariposas dulces, mientras él sigue sin angustia, a la espera de que un evento descomunal lo siembre por fin eterno en los límites del cementerio.
Y al igual que el viejito, también estoy aburrido.
Aburrido de la eternidad mísera, del tiempo inextinguible y de las hojas del saúco que se rehúsan a caer al pavimento. ¿Te acuerdas cuando tenías siete años y tenias que esperar que tu mamita lilia (o como diablos se llame) saliera del salón de belleza mientras todo tu cuerpo quería abrazar el atardecer pleno y correr por los charcos olvidados con el ímpetu de una locomotora y dominar el suelo a gritos carcajadas? ¿Te acuerdas de la sensación, del corazón a medio trote, de la barriga vacía, del sudor en la lengua? Así me siento yo.
Y si, si siento.
Parte del aburrimiento es ese. La mala fama que tengo. La gente me presupone como una combinación entre pablo escobar y superman. O entre hitler y harry potter. Un ser absurdamente malo, dañado, perverso, con todo el poder del mundo.... ¿Saben cuán absurdo es eso? ¿Ustedes creen que si fuera absolutamente malo y poderoso, estarían cada uno de ustedes perdiendo el tiempo frente a este blog? Ya los tendría barriendo en rodillas con un cepillo de dientes al estadio maracaná después de un clásico, y no miren así que yo que putas voy a saber que clásicos se presentan en el maracaná, pero la idea es esa.
Y tampoco aplica para el otro lado. Dios tampoco es absoluto nada. Y ¿saben qué?, él también está aburrido.
Pero bueno, no quiero ahora que estas letras se centren en su espléndida majestad, todo poderoso, señor del cielo y la tierra, creador de todo lo visible e invisible, dios de dios, luz de luz,,,, jajajaja, NO!!. Además no saben lo que me burlo de esta perorata insulsa y para que no vayan ahora a tacharme como el hijueputa del paseo, también él se burla.
Pero bien.
Volvamos al aburrimiento. Sigo aburrido porque después de la extinción de los dinosaurios en este estúpido planeta no pasa absolutamente nada. Claramente el internet, miley cirrus y la segunda guerra mundial son un poco más entretenidos que ver a estos descomunales lagartos aplastar cipreses y divagar hacia el infinito sin entender pepa de lo que está sucediendo. Lo que me recuerda: de nada, lo del meteorito en yucatán fue idea y elaboración mía, por lo que ustedes malditas pulgas me deben todos un entonado gracias. Y si no saben de qué estoy hablando, a ver si le metemos más wikipedia a la vida ¿no?.
Yo la verdad pensé que ustedes como especie iban a ser más intrigantes. Aposté mis huevos que no iban a superar la crisis de la bahía de cochinos (no jodas, qué dijimos de wikipedia), o que la peste negra por lo menos habría de lograr que el mundo fuera dominada por los amerindios color canela y no por los pálidos y escuálidos europeos. Y no sean imbéciles que estados unidos también es europa, o se me olvida que a los gringos los colonizó el imperio tongo tongonez.
Esperaba más de ustedes en el sentido en que la conciencia es un regalo muy verriondo. Ustedes no tienen ni idea, ni valoran lo que es.... ser conscientes. El poder comprender su existencia, el maravillarse con el sensato azul del cielo, el enamorarse y desamorarse, el llorar de alegría, gritar de placer y reír de dolor, son un beneplácito del más alto calibre, que mereciera un poco más de perrenque para vivir, afrontar y ser dueños de sus vida.  Volvamos a los putos dinosaurios. ¿Les hubiera gustado seguir divagando bobos grandes a través de la planicie sola? O quizás, ¿ser un mosquito?. En este momento es en el que en verdad me gustaría ser harry potter y convertir a más de uno allá afuera en mosquito, para que se den cuenta de lo que estoy hablando. Igual, entre facebook, instagram, la novela de las nueve y el partido del domingo....todos ustedes no son más que una orda insensible de mosquitos baratos.
Y como ya los veo con esa cara de cómo es que el diablo nos está dando cátedra de filosofía barata y zapatos de goma (dios bendiga a charly garcía), los voy a contextualizar en mi realidad.
No tengo claro muchas cosas. No sé de donde vengo ni el porqué de mi existencia eterna, ni de donde proviene el poder de hacer las cosas que puedo hacer. Lo que si tengo claro, es que no provengo de dios, ni de zeus, o brahma o lo que sea. Soy, y he sido, y el objetivo de mi existencia como yo la entiendo requiere que les implante un par mas de microchips en el spaguetti neuronal ese que llaman "ser" para que puedan acercarse a mi razonamiento.
Les voy a explicar qué soy con un ejemplo. Imagínense van caminando solos por la planicie urbana. Se aparecen un par de ladrones (no los envié yo). Después de casi desnudarte y amenazarte con mandarte a venir a visitarme, se llevan todo.... a excepción del anillo de compromiso que tu abuelo le entregó a tu abuela hace casi un siglo. Y te quedas con esa duda metódica, circunstancial, aparente... de no saber si lo que acaba de pasar es un milagro, o una maldición, porque si que odiaste a tu abuelo,.... pero si que amaste a tu abuela. Te quedas perdido en un anagrama de sentimientos prehistóricos y sensaciones exógenas sin que el hecho de estar perdido en ropa interior en la mitad del universo conocido tenga la menor importancia. Ese, soy yo. Soy la pregunta constante, la casualidad inconclusa, el milagro revuelto, el hecho encubierto. Soy el número de baloto escondido en la baraja de cartas que acaba de caer al suelo, soy el bus sin frenos que no te atropella a tí, pero estampilla a tu novia con la que te ibas a casar pasado mañana (igual te estaba cachoneando). Soy el punto negro, en el lienzo negro. Pero soy el punto que te hace querer que mejor todo fuera blanco, o que te hace preguntar por qué no rojo, o por qué un lienzo y no un pedazo de cartón corrugado de esos en los que empacan las lavadoras cuando son nuevas. Soy el paso diminuto con repercusiones trashumantes.
No tengo nada que ver con el mal, con la infelicidad o los malos momentos. El mal como lo entienden ustedes, no es más que una visión de las cosas planas y sin trascendencia con las que mi competencia y yo jugamos. Nosotros creamos los escenarios, ustedes toman las decisiones y se pueblan con sentimientos y emociones. Y digamos que, ese pedazo de la historia es interesante, o lo fue hasta un corto instante. Porque a la larga, ustedes son tan increíblemente predecibles y tan orgánicamente producidos en serie, que poco asombra que la historia sea un espiral inerte de repeticiones inconclusas y visiones cansadas. Y por si lo estás preguntando, le hemos metido algo de mano a la vida y a la evolución (como lo de los dinosaurios), pero nada que ver con el increíble y ahí si milagroso poder que tiene la vida para ser y estar.
Mi existencia también es un milagro con el cual he convivido por eones, y he tenido mis momentos de desentendimiento (el oscurantismo) y periodos de meterle full la ficha (el renacimiento). He pensado mucho en salir corriendo, pero a diferencia de ustedes malditos pusilánimes, no puedo suicidarme. El suicidio es un poco improbable para un ser inmortal.
Y pues ya. Ya también hasta me aburrí de escribir.
Me voy a pudrirme de soledad y desespero mientras elvis y hendrix siguen jugando póquer en mi sala, y yo, decido si en el siguiente bus que tu tomes vendrá el amor de tu vida.... o el amor de tu muerte.

Hey, apaga la luz.

Entro al cuarto y prendo la luz. Finalmente no hay mucho que ver. Solo un arrume de libros viejos y poco usados. Palabras inertes y cándidas para este viejo incierto. Nada que a la larga pueda quitarme la tos o vencer mi adormecimiento.
Y me quedo mirando la luz por largo tiempo. Tanto, solo para esperar el mejor amigo que los años pueden dar a un hombre desierto: el embriagarse triste en sus recuerdos.
Me acuerdo cuando le hice el amor a carolina. La conocí una tarde de carcajadas ausentes, miradas esquivas y cervezas ardientes. Aunque habíamos cruzado palabras muertas en cualquier clase verde, esa tarde nuestra rima fue más poderosa que los intentos. Terminamos en su cama, ella borracha e inconsciente. Yo poderoso, lleno, increíblemente apuesto. Le hice el amor a mi manera, rápido silencioso, nada extenso. Me vine sin preámbulos, sin gemidos, sin acento. Cuando me salí, la descubrí absorta en quién sabe que pensamiento. No la volví a ver. Quizás por el olor de mi desacierto. Tal vez por el temor de la ausencia en la que se fundieron nuestros alientos.
De ahí salto a mi primer entierro. Mi madre, muerta sin resentimiento. Su cuerpo suave y espeso al mismo tiempo. Sus sermones aún presentes. Lloro, pero no lo intento. Suspiro, pero no lo entiendo. Me río, pero no hay consuelo. Qué habrá después de la muerte, le pregunto al universo. Y qué si dios nos espera sonriente en la puerta del infierno. A dónde iran a parar nuestros sueños una vez hayamos mordido este anzuelo. Por qué te vas madre.... por qué no me expresas tu amor de muerto. Por qué ya tus palabras no crean surcos para mis lágrimas y mi desconsuelo.
Y ahí se acaba este viaje eterno. Para que más memorias, si ya me quedo quizas sin aliento.
Apago la luz y espero que dios allá en la puerta de su infierno, haga lo mismo con esta estúpida existencia mía y cierre el interruptor, me de paz, quizás temor, quizás sencillo, tierno y sincero arrepentimiento.