mayo18

Y una noche cualquiera de invierno, maría fernanda decidió quedarse a dormir en el absurdo y despierto suelo de la calle vacía. Esperaba que el frío decidido del clima terco y sin consuelo, contuviera sus lágrimas ciertas, su vacío intenso, su deseo particular de dejar de ser ella, de despertar de pronto en otra vida, en otro cuerpo.
No lo logró, o si lo logró, nunca lo sabremos. Ahora no tenemos nadie a quien preguntarle.